La calidad de la malla computacional juega un papel crucial en la precisión de los resultados de la simulación, especialmente con enfoques de discretización de orden inferior. Incluso un solo elemento distorsionado puede comprometer todo el cálculo. Si bien las rejillas estructuradas ofrecen ventajas, están limitadas para representar geometrías complejas. Las opciones más flexibles incluyen mallas extruidas no estructuradas a partir de hexaedros o mallas tetraédricas no estructuradas, aunque estas últimas a menudo plantean problemas en los métodos de volumen finito.
Los enfoques de la solución incluyen mallas híbridas, donde los elementos estructurados se utilizan cerca de la superficie y se combinan con mallas no estructuradas en el interior, así como mallas poliédricas y rejillas jerárquicas basadas en octárboles. La estrategia de mallado se puede ajustar al contorno o incrustar, dependiendo en gran medida del método implementado.
Los criterios de calidad varían según el método: para los métodos de volúmenes finitos, el ángulo entre la cara de la celda y la línea que conecta los centros de gravedad de las celdas es crítico, mientras que para los métodos de elementos finitos, el determinante de la matriz jacobiana es esencial. Las simulaciones RANS permiten mallas más gruesas con factores de progresión más grandes (1.10–1.20), mientras que las simulaciones LES requieren factores por debajo de 1.05.
Para verificar la independencia de la malla, se necesitan estudios de rejilla con al menos una malla refinada. Se deben usar configuraciones de modelo y condiciones de contorno idénticas, y la calidad de la malla debe cumplir con los estándares del software CFD, el solucionador y los modelos de turbulencia. La extrapolación de Richardson puede ayudar a evaluar la independencia de la rejilla, pero requiere al menos tres rejillas diferentes y asume una progresión monótona de las variables objetivo.